El diseño de este apartamento frente a la playa de Ipanema, en Río de Janeiro, fue concebido para una pareja con dos hijos pequeños, que quería un espacio para acompañar el crecimiento de sus hijas y también ambientes con privacidad para el trabajo de oficina en casa.

Lo más destacado es la vista panorámica de las vistas de Río de Janeiro y del mar en la playa de Ipanema. Desde la cena, es posible ver el Morro Dois Irmãos, y desde el home theater, una parte de Arpoador. La cocina está integrada en el salón y el comedor, y se diseñó utilizando la misma materialidad para funcionar como una extensión del área social.

El espacio íntimo se dividió en tres suites: la habitación de los juguetes, la de los niños y la suite principal para la pareja. El despacho se alojó dentro del dormitorio principal, donde es posible ocultar su acceso mediante una puerta coplanaria que, al cerrarse, simula un panel. El ritmo estructural de la vivienda original ofrecía la posibilidad de dejar a la vista la estructura del apartamento en la zona social y en la cocina, como parte del proyecto. El mayor reto, sin embargo, fue compatibilizar todos los proyectos complementarios para no tener que reutilizar ninguna zona de forjado, ocultar el aire acondicionado y los altavoces en las paredes de cartón yeso y distribuir la iluminación en carriles superpuestos.

Los demás revestimientos asumieron una estética neutra. El suelo de la zona social es de placas de piedra sinterizada; las paredes, de paneles de carpintería; las habitaciones privadas tienen suelos de parquet y paredes pintadas de blanco roto. El interiorismo cuenta con muebles diseñados por Arthur Casas, como el sofá Fusca, la mesa de comedor Apache, las sillas de comedor Max y el sillón Jet Set, la lámpara Grampo y la mesita de noche Belterra, además de los aparadores Ondas y Willys. A las piezas de Casas se suman la butaca Paulistana y el sillón Anette, de Jorge Zalszupin; mesas auxiliares Vintage y lámparas de sobremesa Taccia, de Castiglione para Flos.